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#PROYECTOS DE ARQUITECTURA COMERCIAL

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El espejo

El proyecto consiste en la rehabilitación integral de un edificio de oficinas obsoleto, para reconvertirlo en un hotel de cuatro estrellas, de 63 habitaciones y restaurante en planta baja.

El edificio se sitúa en el ensanche barcelonés, en la calle Córcega, 255 entre las calles Aribau y Enrique Granados.

El cambio de uso de oficinas a residencial público, implicaba el tener que crear un 20% de patios, ello nos llevó a vaciar el centro del edificio existente, colocando el patio y los núcleos de comunicación vertical, formado por escaleras ascensores y montacargas.

El patio cumple varias funciones, ventila las escaleras, da continuidad espacial, permite la entrada de luz natural a través del lucernario superior hasta planta baja. Es el espacio por donde circulan los ascensores de vidrio de clientes. La medianera de cierre del patio se resuelve con un muro de espejos, que duplica el tamaño del patio y crea interesantes relaciones visuales desde los distintos niveles.

Las habitaciones se intercalan entre ellas para optimizar el ancho del edificio de 12 m. y conseguir cuatro habitaciones por fachada, ocho por planta. Esto es el origen de una solución particular que se aleja de la convencional distribución hotelera, que junto con el uso de espejos, que duplican el espacio, el brillo y la luz indirecta recortando planos, y el blanco en sus distintas tonalidades y matices, como único color, nos ayuda a crear una atmósfera neutra que transmite la sensación de tranquilidad, relax, amplitud que es el patrón del concepto aplicado al diseño interior, no sólo de la zona de habitaciones, sino en todo el hotel, incluyendo zonas comunes.

El proyecto de arquitectura y el de interiorismo se han desarrollado en paralelo, ello permite obtener un resultado más homogéneo.

Dentro de las habitaciones, el baño se ha atomizado, en el sentido de que las tres piezas, sanitarios, lavamanos y ducha o bañera, ocupan un lugar propio en la habitación, posibilitando el uso simultáneo de los mismos. La ducha y los sanitarios aparecen como cabinas o cajas de vidrio blanco, integradas en las paredes de la habitación. Estas cabinas se cierran con puertas de vidrio con serigrafías como una reinterpretación de elementos del “optical art”. El mueble lavamanos forma parte del mobiliario fijo de la habitación.

El resto de mobiliario se apoya en las paredes de la habitación, presidiendo la misma el “espacio cama”, interpretando una caja de piel que arropa al huésped. Hay dos tipos de elementos de almacenaje, uno como armario oculto y otro como un sistema de cuelgue i estantes vistos que participa del propio espacio de la habitación, el orden lo decide el huésped, como propietario temporal del espacio.

El mobiliario se ha diseñado o escogido para cumplir funciones específicas de uso, a nivel estético refuerza la imagen compacta y unitaria del hotel.

La iluminación es parte esencial del proyecto, se evita el uso de focos empotrados, se resuelve a través de luces indirectas y lámparas de techo o decorativas, poniendo especial énfasis en el control del consumo, con el empleo del cátodo frío y la fluorescencia, y en el tono y color de la luz. El uso de la domótica y la creación de escenas de luz ayudan al control de los efectos.

El espíritu e imagen propia de las habitaciones se extiende por las zonas comunes del hotel creando un todo unitario.

Las zonas comunes de clientes son polivalentes y en ellas se mezclan los usos, no existen límites físicos entre ellas. Se sitúan en planta baja y se dividen en tres zonas.

La primera al lado del acceso sirve de bar-recepción, la segunda situada bajo el patio es la zona de estar o salón y la última es la de comedor, con la cocina vista a través de un hueco panorámico, que permite ver al equipo de chef Paco Pérez en acción.

La luz de día que entra a través de la claraboya sobre el estanque remata la planta y su fondo en espejo nos permite volver a ver toda la planta y la calle a lo lejos, duplicando el espacio del comedor.

Los materiales vuelven a ser los mismos, suelo de Exposi blanco, pintura blanco brillante en techos, y paredes recubiertas de espejo, acero inoxidable y piel, volviendo a ser el banco el protagonista.

Aparecen unos ángeles blancos en esculturas o imagen que puntúan los distintos espacios, como criaturas habituales que ejercen de protectores de los usuarios del hotel, son obra del escultor Christoph Mertens.

El edificio a lo largo de su historia ha pasado de ser de planta baja a añadírsele un sótano en 1962, posteriormente en 1968 lo ocupa Seat, construyendo el volumen existente, y posteriormente la compañía de seguros Amaya, tras una reforma lo convierte en su sede. Es característica su fachada metálica con retranqueos en horizontal. La edificación consta de planta sótano, baja y siete plantas más ático y sobreático. Es un edificio sobrepasado en altura y edificabilidad típico ejemplo de una época pasada.

El proyecto plantea una nueva fachada más acorde con el entorno y nuevo uso, la idea de galería, siguiendo las geometrías de la planta, se sube el arranque de la galería a nivel antepecho de la planta primera, para visualmente igualar la altura de planta baja con las edificaciones vecinas, y se recorta en la planta superior, también para coger la proporción de los edificios colindantes.

La planta baja o base del edificio se recubre en metal oscuro y jugando con texturas se enfatiza la entrada, y resuelve el acceso de servicio y la entrada al sótano. El cuerpo central, se recubre con estuco tono piedra a la cal, que enmarca la galería acristalada, protegida de las vistas con una celosía de aluminio vertical, en paneles correderos, que actúa con filtro de las habitaciones.

El resto de la edificación se trata en oscuro para intentar que desaparezca y recuperar la proporción.

El espejo

Información

  • Barcelona, Barcelona, Spain
  • GCA Architects