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#PROYECTOS DE ARQUITECTURA PÚBLICA
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Castillo de la Luz
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Una transformación a un museo contemporáneo que preservó su valor histórico.
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Del arquitecto. El Castillo de la Luz está para la ciudad del Las Palmas no sólo uno de los edificios más significativos de su herencia arquitectónica, pero un testigo a la memoria histórica del archipiélago. Su localización en el Isleta, el punto de la llegada de las flotas castellanas desde el siglo XV cuando el primer fortalecimiento fue fundado, era la razón de su existencia y de su papel defensivo hasta el siglo XIX. El paso del tiempo no sólo ha afectado perceptiblemente a su uso y conservación, pero también a su ambiente inmediato: la fortaleza antigua en la costa que fue rodeada por el agua en la alta marea, es rodeada hoy por los edificios de Puerto de la Luz y el adelanto de la ciudad al Isleta.
La más vieja parte es constituida por una pequeña torre construida en el final del siglo XV. Algunos años más tarde el volumen inicial fue ampliado para formar el plan cuadrado. El espacio entre la torre original y las paredes de perímetro era colgante realzar su capacidad defensiva contra artillería. La fortaleza, a pesar de participar en hazañas de brazos en el final del siglo XVI en el cual fue saqueado y quemado, en gran parte mantenido su estructura formal original hasta el vigésimo siglo, cuando después de caer en mal estado y dilapidada, fue reconstruido en 1969. ¿Cómo debemos intervenir un edificio del valor histórico significativo, transformarlo en un museo del mar equipado de las instalaciones y de los espacios requeridos por una institución contemporánea del museo?
La historia del Castillo de la Luz se convierte en inevitable una discusión para el proyecto. Si durante cinco siglos el espacio entre las paredes externas y la torre original ha seguido siendo un terraplén, tenemos que vaciarlo: recupere la visión de la fortaleza temprana, transfórmela en el protagonista del nuevo museo. Esta manera, los espacios interiores que habían existido pero habían seguido siempre ocultada de la visión aparecerá. Reorganizaremos el sistema de la circulación para hacerlo conveniente para un museo, calzadas ligeras de incorporación y una nuevas escalera y elevación. Finalmente, quitaremos todos los elementos agregados recientes que no pertenezcan al edificio original. Cubriremos las nuevas áreas con un bloque de cemento que se separe de la torre vieja, dejando grietas finas con que la luz natural se deslizará adentro.
Algo que la reconstrucción o rehabilite el castillo, nosotros lo habrá vaciado, nosotros se limitará a hacer su último visible, esperando el edificio para exponerse y su propia historia, sin importar las colecciones futuras que serán incorporadas a ella. Afuera, unmount un hoyo falso nuevamente construido del perímetro, lanzando una área extensa de tierra al nivel original del fortalecimiento, que permitirá que lo percibamos en su dimensión verdadera otra vez.
Un nuevo pabellón parcialmente enterrado utilizará la cuesta que el crecimiento de la ciudad ha producido durante siglos, e incorporará esos espacios adicionales necesarios por el museo: acceso, el marcar, publicaciones, lavabos, almacenaje, instalaciones, y sitio multiusos. La azotea, una plataforma horizontal que emerja apenas del terreno, será el único rastro visible de una intervención que no se piense para competir con el Castillo que sirve y que complementa.