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Residencial Real de los Reyes / Miguel de la Torre Arquitectos

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Real de los Reyes 138 es un conjunto residencial de 13 casas ubicado en Los Reyes, Coyoacán

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El pueblo de Los Reyes era un pueblo tradicional caracterizado por ser pedregoso. Existía antes de la llegada de los españoles y estaba destinado a albergar a la población indígena de la región. En el siglo pasado, durante la Reforma, Coyoacán ya era un municipio autónomo compuesto por haciendas y aldeas, dedicado a la agricultura y la ganadería. A partir de 1928, Coyoacán se convirtió en una delegación del Distrito Federal, pero no fue sino hasta 1950 cuando, la Villa de Coyoacán -sede municipal-, al igual que el pueblo de los Reyes, se fue incorporando a la mancha urbana de la ciudad de México.

En los últimos diez años, Coyoacán se ha denominado Centro Histórico. Esta zona mantiene una fuerte identidad urbana que la distingue de otros lugares de la ciudad. Su arquitectura colonial le da un carácter de provincia muy apreciado por los habitantes de la gran ciudad. A su vez, desde el siglo pasado, ha sido un gran lugar para intelectuales, políticos y artistas. Actualmente es una zona con importantes instituciones culturales y educativas, lo que la ha hecho merecedora de ser llamada el "corazón cultural de la Ciudad de México" Respondiendo a la historia de este sitio, como arquitectos enfatizamos los elementos del lugar creando espacios habitables pero conservando este carácter tradicional, entendiéndose como un espacio tranquilo para habitar. Las casas están diseñadas en 3 niveles, el nivel de sótano con áreas de servicio y estacionamiento; la planta baja con áreas comunes, y el primer nivel con áreas privadas (dormitorios). Las zonas comunes de las casas dan a un patio interior. El principal elemento de diseño del proyecto es la materialidad. Las casas están hechas de hormigón pigmentado de color naranja, casi como un color terroso de óxido. Al entrar en el conjunto se percibe una sensación de pertenencia a la tierra.

Otros parámetros importantes del diseño son las sensaciones que generan los diferentes espacios del proyecto, tanto en el interior como en el exterior. El primer momento de impacto del proyecto se percibe al entrar en el plató y verse rodeado de un entorno de colores oxidados que contrastan con el cielo. El segundo momento se percibe en el acceso a las casas. Te encuentras ante dos muros de triple altura, que contienen una escalera de hormigón que te lleva al interior. Una escalera que continúa hasta el último nivel habitable. El gran atractivo de las fachadas de las viviendas es su celosía de hormigón con perforaciones circulares, que da al patio interior de cada una de ellas, creando una conexión con el exterior de forma sutil, reveladora y discreta en ocasiones, jugando con la incidencia del sol, creando sombras en el interior a lo largo del día.