Una arquitectura impactante da vida a un centro comunitario canadiense

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#PROYECTOS DE PAISAJISMO Y URBANISMO

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En un caluroso jueves de verano, un grupo de padres se reunió en un banco del parque Churchill Meadows de Mississauga (Ontario). Mientras descansaban con la espalda apoyada en la pared acristalada del centro comunitario recién terminado, observando a sus hijos en el parque infantil adyacente, estaban protegidos por un voladizo en la fachada oeste del edificio que sirve como dispositivo de sombra, protegiéndolos de la intensidad del sol sin bloquear su luz. Esta extensión de 200 pies de largo de malla de aluminio, sostenida por un armazón de madera laminada de abeto (GLT), se extiende a lo largo de todo el edificio, un gesto heroico que también es completamente hospitalario.

Diseñado por el estudio de Toronto MJMA, Churchill Meadows incluye la estructura de acero y hormigón de 73.500 pies cuadrados y el parque adjunto de 35 acres. La singular arquitectura del edificio se diseñó para unir las dos partes del proyecto, dice Ted Watson, socio de MJMA, que dirigió el proyecto con su socio fundador David Miller y el director Chris Burbidge. "Esa fue la táctica inicial", dice Watson. "¿Cómo puede el parque ser mejor para el edificio, y cómo puede el edificio ser mejor para el parque?"

La respuesta de MJMA a esa pregunta fue tratar la gran estructura como un pabellón: la convirtieron en una barra monolítica muy transparente y la orientaron de norte a sur, directamente sobre el parque. En su interior, un vestíbulo de doble altura en el centro conecta visualmente con el paisaje más allá. Está flanqueado por instalaciones deportivas: al sur hay un gimnasio triple; al norte, un centro acuático con una piscina de seis carriles de 25 metros y una piscina de ocio. Una gran escalera de LGT conduce a una segunda planta que recorre el lado este del edificio. Este espacio, similar a un balcón, ofrece zonas de visión acristaladas y acceso a salas comunitarias, estudios de entrenamiento y una cocina. Aquí también se encuentra una gran sala de máquinas que oculta los equipos de ventilación de la piscina, que de otro modo estropearían el paisaje.

Todas estas salas han sido muy utilizadas desde que el centro abrió sus puertas durante la pandemia, dice Raj Sheth, director de instalaciones y gestión de la propiedad de Mississauga. El centro se encuentra en el extremo occidental de esta ciudad suburbana de más de 800.000 habitantes que limita con Toronto. El terreno, que antes era una granja, había sido reservado por el ayuntamiento para un nuevo parque, pero el rápido crecimiento de la zona, en la que viven muchos inmigrantes sudasiáticos con familias multigeneracionales, llevó a los responsables municipales a añadir también un centro recreativo. "Normalmente, se construye un parque y el centro comunitario viene después, y los dos están bastante separados", explica Sheth. "Esto fue una tormenta perfecta, una oportunidad para hacer las dos cosas al mismo tiempo"

MJMA, especializada en este tipo de edificios, obtuvo un contrato unificado para todo el proyecto: la estructura y el terreno. La oficina también incluye arquitectos paisajistas, por lo que el equipo de diseño pudo trabajar "de forma totalmente integrada", dice el arquitecto del proyecto, Tyler Walker.

Con el control del plano del terreno, los diseñadores situaron los accesos y el aparcamiento al este del edificio. El parque está en el lado oeste, protegido del tráfico, e incluye un parque infantil, aspersores, pistas deportivas y una pista de patinaje. (Más allá de éstos, los campos de fútbol y cricket, así como las pistas de tenis, se entregarán en una fase futura)

El edificio, a pesar de su considerable volumen, tiene una presencia mínima en el paisaje. Sus dos fachadas principales llevan un revestimiento blanco uniforme. En el lado este, la chapa metálica se pliega hacia dentro para enmarcar las ventanas de las salas comunitarias y el pasillo del primer piso. En lo que los arquitectos han bautizado como el "porche" al oeste, una malla de aluminio expandido envuelve los miembros del GLT, modulando la luz del día y reduciendo visualmente la escala del edificio. Siete monitores de luz triangulares en el tejado atraen los rayos del norte hacia el interior.

En el interior, la arquitectura es igual de rigurosa y espacialmente inventiva. Walker señala el "paisaje invertido" del techo de la piscina, una gama de picos y valles que gestiona los reflejos del sonido y modula la luz desde arriba. Incluso la escalera GLT que sube a la segunda planta es una proeza: se eleva suavemente hacia el oeste y luego vuelve a cambiar hacia el este en un largo tramo en voladizo.

En un edificio que suele acoger entre 1.200 y 1.500 personas al día, estos movimientos espaciales son lo suficientemente audaces como para llamar la atención. Sheth afirma que los usuarios comentan habitualmente la belleza del edificio. Pero es el porche el que se lleva los mayores elogios de los usuarios. Esa estructura de madera de tonos cálidos cubierta de aluminio diáfano ofrece una idea visual clara a lo largo de todo el edificio. Para los visitantes, esta zona de solapamiento entre el interior y el exterior transmite un fuerte mensaje. "Muy claramente", dice, "es un lugar para que la gente se reúna"

Una arquitectura impactante da vida a un centro comunitario canadiense