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#PROYECTOS DE ARQUITECTURA COMERCIAL
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En Grecia, un hotel que desentierra recuerdos del subsuelo
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Un hotel boutique esculpe y talla el suelo natural sacando a la superficie las huellas de un pasado minero, fundiéndose en profundidad con el paisaje.
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Homa (χώµα) en griego significa "tierra", y de la tierra brota esta arquitectura enclavada en el valle del pueblo de Vagia, en la costa sur de la isla de Serifos. Aquí, los signos del pasado minero siguen puntuando el paisaje -como notas del subsuelo, por tomar prestado el único título de la obra mayor de Dostoievskij-, haciéndose claramente visibles en los huecos excavados en la tierra que indican las entradas a la red artificial de cuevas y túneles subterráneos, y en las líneas de ferrocarril que dibujan marcadas geometrías entre las rocas.
Tales signos antrópicos en el contexto natural que inspiraron el diseño de MOLD Architects para el Homa Vagia Boutique Hotel, un complejo de alojamiento que ofrece a los turistas que buscan una relación intensa con la naturaleza y la cultura del lugar una razón adicional, además de la belleza del paisaje, para elegir un retiro en este rincón del Egeo, batido por el sol y barrido por el meltemi.
El complejo se asienta sobre la escarpada orografía del terreno, definiendo dos plataformas superpuestas que descienden hacia el mar por curvas de nivel, donde se disponen tres unidades residenciales independientes: dos en el nivel superior y una en el inferior. Los diferentes ángulos de las construcciones crean una articulación dinámica de la distribución, casi como si la obra fuera el resultado de un trastorno telúrico, permitiendo a cada unidad una vista privilegiada del mar sin comprometer la intimidad.
El acceso se realiza desde la azotea, donde unas escaleras lineales conducen al nivel habitable inferior y donde unos patios al aire libre excavados en la construcción recuerdan los pasadizos tradicionales que conducían de la superficie a las minas, proporcionando la única fuente de luz en la oscuridad de los túneles. Las viviendas constan de dos dormitorios, una pequeña zona de estar y una gran terraza panorámica con piscina que amplía el espacio vital exterior hacia el valle.
En los exteriores, la paleta de colores cálidos y terrosos -desde el suelo industrial beige hasta los enlucidos pigmentados del color de la arena local- y las rocas naturales que penetran en la arquitectura crean una continuidad ininterrumpida entre la obra del hombre y el paisaje natural. En el interior, las cáscaras desnudas y el mobiliario monolítico de hormigón blanco realzan el carácter esencial y un tanto monacal de los espacios inundados de luz.