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#PROYECTOS DE PAISAJISMO Y URBANISMO
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Q-Park Ravet
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Diseñado para QPark por Hérault Arnod Architectures, en colaboración con el artista Krijn de Koning, Ravet es un nuevo aparcamiento de 499 plazas con un volumen curvo y translúcido. La estructura está situada en el borde del distrito histórico y ofrece a los usuarios una vista panorámica de la ciudad de Chambéry y las montañas más allá.
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ARQUITECTURA ESCULTÓRICA
El terreno elegido por el Ayuntamiento para la construcción del aparcamiento está situado a lo largo de la rue de Boigne, una vía histórica del centro de Chambéry. La calle, construida en la primera mitad del siglo XIX y bordeada de arcadas, conduce al castillo de los duques de Saboya, importante edificio patrimonial construido en el siglo XII, pasando junto a la famosa Fuente del Elefante. Frente al castillo, la perspectiva de la calle converge en el proyecto Q-Park Ravet, con un telón de fondo de montañas.
La cuestión que se plantearon los arquitectos fue cómo construir un aparcamiento, considerado utilitario, frente al monumento más histórico de la ciudad. Esa pregunta recibió una respuesta arquitectónica única en forma de propuesta para, además del programa, crear un mirador escultórico situado en el eje de la calle y el castillo, imaginado en colaboración con el artista Krijn de Koning.
EL APARCAMIENTO, CURVO Y TRANSLÚCIDO
El aparcamiento se organiza en triángulo, con esquinas redondeadas que minimizan el efecto de masa y crean líneas elegantes y evanescentes que hacen que el edificio parezca más pequeño de lo que es en realidad. El espacio interior está diseñado como un paseo en coche organizado en torno a un doble circuito: se sube por unas parcelas ligeramente inclinadas que envuelven un patio triangular central; se desciende directamente por una rampa cilíndrica alrededor de un vacío central.
El edificio es un volumen translúcido y ligero que se integra suavemente en el tejido urbano, con curvas en los extremos del triángulo que se corresponden con las de las esquinas redondeadas de los edificios vecinos. Las fachadas están vacías en un 50%, por lo que el aparcamiento se considera exento de la normativa contra incendios, y están revestidas de bandas verticales de vidrio colocadas a 45° (60% de vidrio reciclado y esmaltado para que sea opalescente). Los huecos vacíos crean una variedad de vistas adicionales de la ciudad.
El exterior del edificio está formado por un perfil metálico en forma de U que envuelve el edificio desde el nivel de la calle hasta la última planta. Entre estas secciones metálicas en forma de U, las tiras de cristal enmascaran el interior en un patrón que se puede ver tanto desde dentro como desde fuera del garaje. De día, la funcionalidad del edificio está a la vista. Por la noche, las percepciones cambian gracias a la iluminación interior que dibuja suavemente el paisaje urbano.
Situadas en la azotea del aparcamiento, unas estructuras de sombra equipadas con células fotovoltaicas protegen los coches.
El interior del patio triangular es un jardín de sombras, plantado con vegetación de sotobosque: helechos, bígaros, arces, hortensias, etc. La terraza orientada al sur presenta vegetación de tipo mediterráneo con pinos paraguas, higueras, lavanda y gramíneas.
EL MIRADOR, ORTOGONAL Y COLORIDO
La posición estratégica del proyecto al final de la principal calle histórica de la ciudad llevó a diseñar una solución arquitectónica que ofrece algo más tanto a los residentes como a los visitantes, añadiendo otra función al proyecto de aparcamiento. El mirador confiere una dimensión pública y urbana al edificio, permitiendo una nueva forma de abrazar la ciudad.
A través de una escalera exterior, se puede acceder al mirador desde la segunda planta sin pasar por el aparcamiento. El mirador-escultura, en voladizo hacia el eje de la rue de Boigne, está adosado al edificio del aparcamiento, con tonos que atenúan los colores cálidos de las fachadas de las antiguas casas de la ciudad. Desde arriba, ofrece un panorama majestuoso hacia el paisaje urbano, el río, el castillo y los Alpes. El descenso de la escalera del mirador le sitúa en el eje de la calle, y se enmarca a media altura para resaltar una perspectiva única de la ciudad histórica.
En la otra dirección, la perspectiva de la calle termina con el fondo montañoso y la combinación de volúmenes curvos y translúcidos del aparcamiento y el escultural mirador que se apoya en él en el eje de la calle de la ciudad.
El gesto arquitectónico se basa en la complementariedad entre las fachadas curvas, mínimas y translúcidas del aparcamiento y el mirador escultórico, ortogonal y coloreado. Este ensamblaje del aparcamiento y el mirador confiere al edificio una identidad única. Siguiendo esta idea se estableció la colaboración con Krijn de Koning.